Las Parras: Un modelo penitenciario que apuesta por la reinserción y la dignidad humana en República Dominicana.

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10 June 2025

En un esfuerzo por transformar el sistema penitenciario de la República Dominicana, el Gobierno ha iniciado una ambiciosa reforma que tiene como eje central el nuevo centro de privación de libertad ubicado en Las Parras, municipio de Guerra. Esta instalación será clave en el proceso de descongestión de la Penitenciaría Nacional de La Victoria, albergando en su primera fase a cerca de 2,400 personas.

Infraestructura adaptada a los derechos humanos

Diseñado bajo criterios modernos de dignidad, seguridad y funcionalidad, el centro cuenta con celdas con capacidad para hasta 46 internos, cada bloque equipado con lavadoras para facilitar la higiene personal. Las celdas están dotadas de espacios adaptados para personas con movilidad reducida y han sido reformadas para garantizar la privacidad, incluyendo paredes divisorias en los baños.

Según Roberto Santana, asesor del Poder Ejecutivo en materia penitenciaria, estas modificaciones responden a recomendaciones de la Oficina Nacional de Defensa Pública, que en informes anteriores había criticado la falta de intimidad en algunos centros del país.

Vida en comunidad y ocupación productiva

La rutina diaria en Las Parras está diseñada para fomentar la disciplina, la educación y el trabajo. Los internos se levantan a las 6:00 a.m., limpian sus espacios y luego asisten a clases o se integran a labores productivas, según su turno asignado. Las actividades incluyen talleres de carpintería, soldadura, pintura, agricultura y más.

En colaboración con instituciones como Infotep y las escuelas vocacionales de las Fuerzas Armadas, se está implementando un modelo de “cero ocio” para mantener a los privados de libertad activos, permitiéndoles adquirir habilidades útiles para su reinserción social.

Educación y salud como pilares fundamentales

Cada bloque dispone de áreas destinadas a la atención integral en salud física y mental, con pequeños consultorios donde psicólogos y médicos brindan asistencia regular. Además, se han habilitado 18 aulas por cuadrante, sumando un total de 104 en toda la instalación, para cubrir una población estimada de 8,500 internos.

El sistema educativo incluye desde alfabetización hasta formación universitaria. Varios internos han culminado estudios superiores, incluyendo carreras como Derecho e Ingeniería Industrial, destacando el potencial del programa para cambiar vidas.

Seguridad reforzada y cero tolerancia a objetos prohibidos

Una de las prioridades en Las Parras es mantener un entorno seguro. Se han instalado controles magnéticos en las celdas y pasillos, y está estrictamente prohibido el uso de dispositivos electrónicos como celulares, tanto para los internos como para el personal y las visitas.

Según Santana, esto no requiere una nueva legislación, sino voluntad y personal comprometido con la transparencia. Esta política busca evitar que desde el recinto se realicen actos indebidos como estafas o manipulaciones externas.

Un modelo replicable y con respaldo institucional

El nuevo centro cuenta con canchas deportivas, estadios de béisbol, áreas para visitas familiares y espacios infantiles adaptados, creando un ambiente donde la convivencia, el aprendizaje y el contacto con los seres queridos forman parte de la rehabilitación.

Además, se promueve el trabajo remunerado, con distribución equitativa de ingresos para el sustento del interno, el apoyo a su familia, ahorros personales y el mantenimiento del centro.

El futuro: hacia un Ministerio de Justicia

Para consolidar esta transformación, se está impulsando la creación de un Ministerio de Justicia que se encargue exclusivamente de la gestión penitenciaria. La idea es separar las funciones de persecución penal de las de rehabilitación, eliminando conflictos de interés y fortaleciendo el enfoque humanista del nuevo modelo.

Conclusión: una oportunidad para comenzar de nuevo

El centro penitenciario Las Parras representa un cambio estructural y filosófico en la forma en que la República Dominicana gestiona su población penitenciaria. Al priorizar la educación, la salud, la dignidad humana y la reinserción, se abre una nueva posibilidad para miles de personas privadas de libertad, y se envía un mensaje claro a la sociedad: la justicia no debe centrarse sólo en castigar, sino en transformar.