Jesús Fernández, inspector especializado en recubrimientos y corrosión de estructuras metálicas, ha lanzado una advertencia sobre el estado de conservación de numerosos puentes en la República Dominicana. En una conversación detallada con el comunicador Ricardo Nieves, el experto resaltó la importancia del mantenimiento preventivo, alertando que muchas infraestructuras presentan signos visibles de deterioro que podrían agravarse si no se actúa a tiempo.
Un llamado a la acción, no al temor
“Esto no se trata de alarmar a la población, sino de actuar con responsabilidad”, dijo Fernández, quien ha trabajado por décadas en la protección de estructuras en ambientes marinos. “Hay puentes que muestran pérdida considerable de espesor en el acero, señales claras de corrosión avanzada y daños visibles que necesitan intervención inmediata”.
Fernández sostiene que la humedad ambiental, el cambio climático y la cercanía al mar generan un entorno particularmente agresivo para las estructuras metálicas en la isla. “Estamos en una zona tropical donde la salinidad del suelo y del aire acelera el proceso de corrosión”, explicó.
Casos críticos: el puente de La Barquita y el puente flotante
Uno de los casos más delicados, según el especialista, es el puente de La Barquita, construido en 1978 y que une Los Mina con Sabana Perdida. “Este puente fue instalado cuando apenas había vehículos en circulación. Hoy soporta un volumen de tránsito mucho mayor al que fue diseñado”, expresó.
De acuerdo con Fernández, tras una inspección visual reciente se identificaron zonas con corrosión avanzada. “Hay piezas metálicas que ya perdieron espesor y partes donde el acero se ha transformado en polvo. Aunque aún conserva su forma estructural, ya hay áreas que podrían debilitarse ante una carga excesiva”.
También hizo mención del puente flotante instalado sobre el río Ozama, el cual ha estado en uso continuo desde 2001. “Esa barcaza necesita ser llevada a dique seco, donde se evalúe el estado del acero por medio de pruebas especializadas. Es urgente realizar un mantenimiento profundo para garantizar la seguridad de los miles de usuarios que cruzan por ahí cada día”.
El problema del sobrepeso y las nuevas cargas urbanas
Uno de los aspectos que más preocupa a Fernández es el incremento del parque vehicular. “Puentes que fueron diseñados para soportar vehículos livianos o un flujo limitado hoy se ven sometidos a tapones diarios, con filas de carros detenidos durante horas, lo cual no fue previsto en el cálculo original”, afirmó.
Añadió que incluso si las estructuras estuvieran en perfecto estado, el sobrepeso constante podría generar problemas. “El acero es noble, pero si no se protege y no se monitorea, termina por ceder ante condiciones extremas”, explicó.
El impacto del excremento de palomas y la lluvia ácida
Fernández también abordó un tema poco conocido: el impacto del excremento de paloma en las estructuras metálicas. “Ese residuo actúa como un ácido que destruye recubrimientos y ataca directamente el acero”, señaló. Por esta razón, países con mayores niveles de control colocan sistemas de protección como mallas, pinchos o recubrimientos especiales.
A eso se suma la lluvia ácida, cada vez más común por la contaminación del aire. “Esa combinación está dañando tanto el concreto como el acero. No solo hablamos de estructuras públicas, sino también de viviendas cercanas al mar, que deberían someterse a revisiones periódicas”.
Recomendaciones técnicas para prolongar la vida útil de los puentes
Entre las soluciones propuestas por el experto se incluyen:
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Aplicación de recubrimientos especializados como epóxicos con inhibidores de corrosión y sistemas más modernos a base de polisiloxano.
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Aumento de espesor en las capas de protección para resistir la acción de contaminantes.
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Inspecciones visuales regulares, combinadas con pruebas de ultrasonido y radiografía industrial.
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Establecimiento de cámaras de monitoreo debajo de los puentes, una práctica común en otras partes del mundo.
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Sustitución de piezas corroídas antes de aplicar cualquier pintura protectora.
Infraestructura crítica: túneles y hospitales
La entrevista también abordó el estado de los túneles urbanos. El de la avenida 27 de Febrero, por ejemplo, presenta filtraciones que podrían comprometer la estructura. “La humedad descompone el concreto y disminuye el pH, lo cual deja desprotegido el acero interno”, explicó Fernández.
Para evitar incidentes mayores, recomendó inyecciones de resinas especiales entre la tierra y la losa del túnel, una técnica ampliamente utilizada en Europa.
Asimismo, llamó la atención sobre la falta de protección contra el calor en edificios públicos construidos con estructuras de acero. “La pintura intumescente o recubrimientos cementicios son normas internacionales que aquí no se están aplicando de forma generalizada. En caso de incendio, una estructura de acero sin protección colapsa rápidamente”, advirtió.
Viviendas en zonas costeras: una amenaza silenciosa
Fernández también advirtió sobre los riesgos que enfrentan quienes viven cerca del mar o en zonas de alta humedad. “Las casas construidas sin recubrimientos adecuados se convierten en esponjas que absorben agua ácida. Eso afecta tanto al concreto como al acero de las columnas y techos”.
En ese sentido, recomendó evitar el uso de lona asfáltica, un sistema de impermeabilización muy utilizado en el país, pero poco eficaz a largo plazo. “Hay soluciones modernas, como membranas de fibra de vidrio con goma blanca, que ofrecen mayor durabilidad y resistencia”.
Prevenir hoy, para evitar lamentar mañana
Jesús Fernández insiste en que aún se está a tiempo de evitar consecuencias mayores. “No queremos que llegue el día en que tengamos que decir: ‘lo sabíamos, pero no actuamos’. Este es un país bendecido, pero debemos combinar la fe con responsabilidad técnica”.
Su llamado final fue directo: “Los puentes, los túneles, las viviendas, todos requieren atención continua. La seguridad de la ciudadanía depende en gran parte del mantenimiento que se le da a estas infraestructuras. Si actuamos ahora, evitaremos lamentaciones más adelante”.
